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jueves, 8 de agosto de 2013

Dios y la naturaleza

Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era

bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día

sexto. Gen. 1: 31.

Dios nos habla por medio de la naturaleza. Escuchamos

su voz al contemplar la belleza y la riqueza del mundo

natural. Vemos su gloria en las hermosuras trazadas por

su mano. Contemplamos sus obras sin velo que las

cubra. Dios nos ha dado estas cosas, para que al

contemplar las obras de sus manos podamos aprender

acerca de él.

El Señor nos ha concedido estas cosas preciosas como

una expresión de su amor. El ama lo bello, y para

complacernos y agasajarnos ha extendido delante de

nosotros las bellezas de la naturaleza, tal como un padre

terrenal trata de poner cosas lindas delante de los hijos

que ama. Al Señor siempre le gusta vernos contentos. A

pesar de que el pecado es la causa de todas sus

imperfecciones, ha combinado en esta tierra lo útil con lo

hermoso. El delicado color de las flores nos habla de su

ternura y su amor. Tienen su propio lenguaje, que nos

recuerda al Dador.

Por medio de la naturaleza podemos contemplar al Dios

de la naturaleza. El revela su carácter mediante los

elevados árboles, los arbustos y las flores. Se lo puede

comparar con los más hermosos lirios y rosas. Me gusta

contemplar las cosas de Dios manifestadas en la

naturaleza, porque el Señor ha impreso en ellas su propio

carácter. Nos las ha dado porque nos ama, y quiere que

nos complazcamos en ellas. Por lo tanto, no adoremos las

cosas hermosas de la naturaleza; por el contrario, veamos

al Dios de la naturaleza por medio de ella, para que así

nos sintamos inducidos a adorar al Dador. Respondan a

los propósitos de Dios estos hermosos ministerios de

amor, y acerquemos nuestros corazones a él para que nos

llenemos de la belleza de su carácter, y adoremos su

bondad, su compasión y su amor inefable.

Dios es bueno y digno de toda alabanza. Ha derramado

abundantemente sus misericordias sobre nosotros. Nos

ha rodeado de las señales de su amor. Pueden airarse los

paganos y trazar planes vanos contra él, pero el Señor es

inmutable. Ha hecho las fortalezas de las colinas eternas

a fin de que sean un lugar seguro para que su pueblo se

oculte. Ha preparado las montañas y las cavernas para

sus hijos perseguidos y oprimidos. Podemos cantar: “Dios

es nuestro refugio y nuestra fortaleza en el momento de

prueba”. El que creó las elevadas montañas y las colinas

eternas debe ser el objeto de nuestra contemplación

Lavozdelaesperanza.com

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